Tensión Narrativa
La palabra "tensión" tiene como sinónimo "expectación" o "crispación". Cuando nos referimos a una atmósfera tensa, describimos una situación en la que se conjugan la incertidumbre, la inquietud y una sensación de inminencia. Es la certeza de que algo sucederá.
La tensión narrativa es creada por un autor para captar la atención del lector o espectador. Un lector o espectador intrigado, inmerso en una trama, experimentará ansiedad y hará conjeturas sobre lo que sucederá a continuación.
Alfred Hitchcock fue un director emblemático en la historia del cine y se caracterizó, precisamente, por orientar sus estrategias narrativas y formales a crear situaciones intrigantes. Para el director británico, una narración debía evitar agujeros y manchas.
En la introducción a "El Cine según Hitchcock", su autor, el director francés François Truffaut, pondera esta habilidad del llamado maestro del suspenso.
"Por regla general, las escenas de suspense constituyen los momentos privilegiados de una película, aquellos que la memoria retiene. Pero observando el trabajo de Hitchcock, uno se da cuenta de que a lo largo de su carrera ha intentado construir películas en las que cada momento sea un momento privilegiado, películas, como dice él, sin agujeros ni manchas. Esta voluntad feroz de retener la atención cueste lo que cueste y, como dice el mismo, de crear y luego preservar la emoción para mantener la tensión, convierte a sus películas en algo muy particular e inimitable, ya que Hitchcock ejerce su influencia y su dominio no solo sobre los momentos cumbres de la historia, sino también sobre las escenas de exposición, las escenas de transición y todas las escenas habitualmente ingratas en las películas."
En las escenas de transición, Alfred Hitchcock creaba malestar, inestabilidad e inseguridad que les confería potencial dramático. Siguiendo con la introducción de Truffaut, un párrafo más adelante ejemplifica la estrategia de Hitchcock.
Un hombre joven presenta a su madre a una chica que acaba de conocer. Naturalmente, la muchacha está muy deseosa de complacer a la anciana señora, que puede llegar a ser su futura suegra. El joven hace las presentaciones, mientras que, ruborizada y confusa, la muchacha se adelanta tímidamente. La señora, cuya cara ha cambiado de expresión mientras su hijo terminaba (en off) de hacer la presentación, mira ahora cara a cara a la chica, los ojos fijos en los suyos (todos los cinéfilos conocen esa mirada hitchcockiana pura que se posa, casi, en el objetivo de la cámara); un ligero retroceso de la chica marca su primera señal de perturbación.
Desde ese momento, todas las escenas "familiares" del film serán tensas, crispadas, conflictivas e intensas.
En el mismo texto, Truffaut agrega un enfoque relevante a su reflexión sobre el cine de Hitchcock: la participación del espectador. Sobre este aspecto, el director francés observa que en el terreno del espectáculo, hacer una película es un juego entre tres (director, película y el espectador), y el suspense se convierte en un medio poético, ya que su finalidad es conmover.
En línea con esta voluntad de captar y retener la atención de los espectadores, en el campo literario, y como no podría ser de otra manera, se pueden encontrar reflexiones sobre este gesto formal, la tensión narrativa, que cobran altura de referencia y quizás hasta de norma.
En uno de los puntos que conforman el catálogo de escritura de la escritora argentina Liliana Heker se puede leer el siguiente consejo.
"Una novela requiere una escritura y una estructura rigurosas como las de un cuento. Si tiene páginas grises, esos grises deben estar tan cargados de tensión como lo están en el Guernica de Picasso. Si no, son meramente un plomo."
Páginas grises, escenas de transición que deben tener su propia carga de tensión y emotividad. Siguiendo en el campo literario, fue Julio Cortázar el que esgrimió un preciso y contundente argumento favorable a la tensión narrativa y a su efecto, que en su bella prosa lo llama "secuestro momentáneo del lector."
"Con el tiempo, con los procesos, el cuentista es capaz de superar esa primera etapa ingenua, aprende que en la literatura no bastan las buenas intenciones. Descubre que para volver a crear esa conmoción que lo llevó a escribir el cuento, es necesario el oficio de escritor, y ese oficio consiste, entre muchas otras cosas, en lograr ese clima propio de todo gran cuento que obliga a seguir leyendo, que atrapa la atención, que aísla al lector de todo lo que lo rodea para después, terminado el cuento, conectarlo con sus circunstancias de una manera nueva, enriquecida, más honda y más hermosa. Y la única forma en que puede conseguir este secuestro momentáneo del lector es mediante un estilo basado en la intensidad y en la tensión, un estilo en el que los elementos formales y expresivos se ajustan, sin la menor concesión, a la índole del tema, le dan su forma visual y auditiva, más penetrante y original, lo vuelven único, inolvidable, lo fijan para siempre en su tiempo y ambiente, y en su sentido más primordial ."
Tanto en el cine de Hitchcock, de notable y perdurable influencia, como en la concepción literaria de Liliana Heker, Cortázar y, seguramente, otros autores, el conjunto de elecciones formales debe supeditarse y ajustarse al tema para conferirle, como expresa Cortázar, su forma visual y auditiva.
De este modo, todo momento en una historia es privilegiado, único e inolvidable.


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