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Esos nombres que se gritaban

  Esos nombres que se gritaban  Desde ayer, « Esos nombres que se gritaban » se encuentra en preventa. Es un libro que reúne una nouvelle y tres cuentos de menor extensión. Nació hace ya tiempo —quizás años— y, tras las naturales reescrituras, aguardaba el momento de ser revisado para decidir si iniciar o no un proceso de edición. Esa posibilidad me la brindó la editorial Umbrales del Sur , de Rosario. Con toda la expectativa que genera la publicación de un libro —un hijo espiritual, como también suele llamarse— me sumé a una convocatoria que la editorial había lanzado. No pasó demasiado tiempo hasta que, a través de un correo electrónico, me informaron que la obra había obtenido dictamen favorable . El sueño estaba al alcance de la mano. Entre las apreciaciones que acompañaban la evaluación, se expresaba lo siguiente:  “Tras la lectura integral de la obra, el equipo editorial concluye que se trata de un libro compuesto por una nouvelle y una serie de relatos breves. La ...

Génesis de una nouvelle

  Los nombres que se gritan : el origen de una historia  Los nombres que se gritan surgió del encuentro entre unos pocos elementos que funcionaron como disparadores. Al principio lo imaginé como un cuento: tenía claro el inicio y al personaje que lo atravesaría de principio a fin. Luego imaginé el final. Con el tiempo, al completar el tramo intermedio, la idea inicial se transformó y el cuento dio lugar a una nouvelle . Desde antes de escribir la primera oración, el lugar de los hechos ya tenía un nombre. Los Tarcos: un pueblo que envejeció solo  Los Tarcos es un paraje imaginario ubicado cerca de una formación de cerros. Está flanqueado por un río amplio que corre tranquilo, y una estación de tren abandonada se erige como su portal de entrada. Unas vías, que aparecen y desaparecen al costado de la ruta, son el testimonio apagado —junto con esa estación— de una época más rutilante. Persiguió un destino de ciudad, pero la incesante partida de sus jóvenes lo defraudó. Los...

Pablito clavó un clavito: Una evocación del Petiso Orejudo

Mariana Enriquez    Pablito clavó un clavito: Una evocación del Petiso Orejudo Mariana Enriquez  La primera vez que se le apareció fue en la salida de las nueve y media de la noche, la que se hacía en ómnibus. Fue durante una pausa del relato, mientras recorrían el tramo que iba desde el restaurante que había sido de Emilia Basil, descuartizadora, hasta el edificio donde vivía Yiya Murano, envenenadora. De todos los tours por Buenos Aires que ofrecía la empresa para la que trabajaba, el de crímenes y criminales era el más exitoso. Se hacía cuatro veces por semana: dos en ómnibus y dos a pie, dos en inglés y dos en español. Pablo supo que, cuando la empresa lo designó como guía del tour de crímenes, le estaba dando un ascenso, aunque el sueldo fuera el mismo (sabía que, tarde o temprano, si lo hacía bien, la cifra también iba a ascender). El cambio lo había alegrado mucho: antes hacía el tour «Arquitectura Art Nouveau de Avenida de Mayo», que era muy interesante, pero abur...

Dos cuentos breves - Hugo Arce

  Dos cuentos breves Hugo Arce  La Cofradía del Silencio  Nos llamaban la Cofradía del Último Verano. O la Cofradía del Silencio. Este segundo nombre se lo debemos a un periodista de un medio local. En una ocasión, cuando el caso ya había sido cerrado, nos pidió una entrevista. Ninguno de nosotros aceptó , y no porque haya habido un acuerdo previo .Todos los integrantes del grupo nos negamos a hablar del tema . El mutismo fue el mecanismo personal que adoptamos para clausurar esa etapa de nuestras vidas . Afortunadamente para nosotros este periodista no insistió , aunque de tanto en tanto nos mencionaba en sus crónicas semanales . Murió poco tiempo después . Es curioso , pero cuando eso pasó , tuve sentimientos encontrados . Había muerto la persona que aún se preguntaba qué había pasado . La voz que a veces me despertaba y me dejaba sentado en la cama , a veces , con el deseo de responderle . Con ese periodista había muerto un posible confidente .  Éramos seis. Dura...

Crónica de una noche en un pueblo con destino de fantasma

  Escribo crónicas policiales para un diario digital de mi ciudad . Un oficio que me impulsa a una permanente búsqueda de historias . Cuando me enteré de lo que ocurría en ese pueblo , habían pasado dos semanas de mi última colaboración publicada en el diario. Quizás por la urgencia de recoger una historia , no dude un segundo en viajar hacia el lugar de los hechos . Un lugar sobre el que no tenía ninguna referencia , excepto una fotografía de su espectacular entorno . Llegué a Los Tarcos un viernes a la tarde , solo veinte minutos después ya me encontraba en la habitación del único hostel que había en ese paraje. Sin perder el tiempo comencé a escribir mí crónica, destacando la belleza del paisaje circundante y ese aire a tiempo pasado que tienen esos pueblos que se intuyen ya sin porvenir . A priori , el lugar menos pensado para escribir una crónica policial . Sin embargo , yo me encontraba en ese lugar para eso . Con las primeras líneas ya escrita , me senté en la cama de...

Los conejos blancos

  Los conejos blancos Leonora Carrington Ha llegado el momento de contar los sucesos que comenzaron en el número 40 de la calle Pest. Parecía como si las casas, de color negro rojizo, hubiesen surgido misteriosamente del incendio de Londres. El edificio que había frente a mi ventana, con unas cuantas volutas de enredadera, tenía el aspecto negro y vacío de una morada azotada por la peste y lamida por las llamas y el humo. No era así como yo me había imaginado Nueva York. Hacía tanto calor que me dieron palpitaciones cuando me atreví a dar una vuelta por las calles; así que me estuve sentada contemplando la casa de enfrente, mojándome de cuando en cuando la cara empapada de sudor. La luz nunca era muy fuerte en la calle Pest. Había siempre una reminiscencia de humo que volvía turbia y neblinosa la visibilidad; sin embargo, era posible examinar la casa de enfrente con detalle, incluso con precisión. Además, yo siempre he tenido una vista excelente. Me pasé varios días intentando desc...

Fragmentos

  Fragmentos Pasaron algunos años, y en ese tiempo yo no volví a enamorarme, pero esto no significa que haya seguido pensando en ella. Su recuerdo se fue desvaneciendo con el correr de los años, y solo regresaba de tanto en tanto, como un sueño. Era ver su rostro, era ver un lugar y asociarlo con ella. Un martes la volví a ver. Ella caminaba por la misma vereda en que lo hacía yo, pero en sentido contrario. Es decir, en un punto del camino coincidimos nuevamente. Me vio, y me percaté de ello por una mueca que hizo, una mueca parecida a una sonrisa, aunque me cuesta desentrañar la esencia de esa sonrisa. Es probable que haya sido una sonrisa irónica. En cuanto a mí, lo que sentí al pasar al lado suyo fue una réplica algo vaga de lo que había sentido alguna vez por ella. Aquella emoción que hasta me debilitaba las piernas y me dejaba sin respuesta ante su presencia había cedido sin que yo me diera cuenta. El amor parece despedirse con la misma naturalidad con la que llega. Con los añ...